Espera
La tarde cae, el tiempo gotea segundos sobre la vereda. La noche se cierne sobre las calles y sobre los corazones. El palpitar de la gente merma: se alzan los fantasmas de la rutina y comienza a reinar una tranquila mansedumbre.
Ella mira el reloj. Su sonrisa raya en la falsedad. Lleva mucho tiempo esperando, y él no llega. El encuentro había sido largamente planificado, pero el suceder de los rostros no le trae ningún reconocimiento. Ella llora. Ya no debería estar allí. En vano, espera.
Las estrellas bailan un tango desafiante con el olvido y ella entiende... Entiende y perdona. Perdona a la tarde por caer, al sol por esconderse, a las estrellas por brillar... A ella por creer: por creer y haberse convencido. Pero no se puede conjugar lo eterno con lo humano. Ella se va.
Aún no anochece del todo. La ciudad tiende a lo oscuro. Unos pasos solitarios se alejan en la muerte del ocaso.
Ella mira el reloj. Su sonrisa raya en la falsedad. Lleva mucho tiempo esperando, y él no llega. El encuentro había sido largamente planificado, pero el suceder de los rostros no le trae ningún reconocimiento. Ella llora. Ya no debería estar allí. En vano, espera.
Las estrellas bailan un tango desafiante con el olvido y ella entiende... Entiende y perdona. Perdona a la tarde por caer, al sol por esconderse, a las estrellas por brillar... A ella por creer: por creer y haberse convencido. Pero no se puede conjugar lo eterno con lo humano. Ella se va.
Aún no anochece del todo. La ciudad tiende a lo oscuro. Unos pasos solitarios se alejan en la muerte del ocaso.
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