La Catedral
Atardece. Las sombras se abalanzan, danzantes y siniestras, sobre los transeúntes que atinan a pasar por la lúgubre vereda adoquinada. A esas horas, un suave murmullo se levanta, un rumor in crescendo hipnotiza a los pájaros y hace huir a los perros callejeros. El miedo atenaza los músculos y los últimos vestigios del ajetreo cotidiano son barridos por los pasos apresurados de los caminantes que vuelven a sus casas. A lo lejos, se escucha el ulular de los búhos. Las luciérnagas bailan en las farolas.
La catedral se yergue, imponente: los ojos expectantes de los vitreaux, las gárgolas acechando a sus presas. Un enfrentamiento constante entre la macabra pero segura realidad, y el espeluznante hedor de lo imposible. Impávido, observa el cielo preñado de estrellas. Y en el medio de los mundos, la catedral observa, la catedral desea, la catedral anhela...
Un ángel rubio de pocos años, vestido con harapos, pasa delante de la iglesia en busca de algo para comer. De pronto, titila la línea del horizonte. Cruje el inmenso y pretérito esqueleto de metal, cemento y vidrio, y el edificio se ladea sobre goznes inexistentes, dejando al descubierto un hueco negro, monumental, insondable, donde se entreveran partículas de polvo, insectos y aullidos. La tarde calla. Algunas palomas se lanzan al viento. La catedral engulle.
La catedral se yergue, imponente: los ojos expectantes de los vitreaux, las gárgolas acechando a sus presas. Un enfrentamiento constante entre la macabra pero segura realidad, y el espeluznante hedor de lo imposible. Impávido, observa el cielo preñado de estrellas. Y en el medio de los mundos, la catedral observa, la catedral desea, la catedral anhela...
Un ángel rubio de pocos años, vestido con harapos, pasa delante de la iglesia en busca de algo para comer. De pronto, titila la línea del horizonte. Cruje el inmenso y pretérito esqueleto de metal, cemento y vidrio, y el edificio se ladea sobre goznes inexistentes, dejando al descubierto un hueco negro, monumental, insondable, donde se entreveran partículas de polvo, insectos y aullidos. La tarde calla. Algunas palomas se lanzan al viento. La catedral engulle.
1 Comments:
Te felicito por el blog;sobre este ensayo quiero decirte que me pareció excelente la utilización de los colores con las sensaciones que producen, aun cuando parece que va a suceder un quiebre (angel rubio)... te vuelve irreversiblemente a esa sensación de opresión determinante; sencillamente me encantó, un beso Ce.
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