A mi abuelo
Hoy volví a la plaza donde solíamos pasear juntos, abuelo; donde tus pasos arrastrando años me enseñaban a guiar, por las peligrosas baldosas, tus ojos sin luz.
Las palomas vinieron, igual que venían siempre que les traíamos alpiste y un poquito de arroz. Pero hoy no viniste conmigo. Te quedaste para siempre en el recuerdo del caer de la tarde, en la redondez de mi cara de nena, en todos esos metros que forman la cuadra y media que me separa de esta plaza. Y yo te extrañé, nonito, te extrañé como no te había extrañado antes.
Me hubiera gustado poder contarte que ya estoy grande para traerle comida a las palomas, pero vengo porque acá es donde más te encuentro, no donde la abuela me pide que vayamos a llevarte flores. Me hubiera gustado que te sentaras, como siempre, al lado mío, y me preguntaras cómo me iba en esa corta vida de ocho años que tenía...
Las palomas vinieron, igual que venían siempre que les traíamos alpiste y un poquito de arroz. Pero hoy no viniste conmigo. Te quedaste para siempre en el recuerdo del caer de la tarde, en la redondez de mi cara de nena, en todos esos metros que forman la cuadra y media que me separa de esta plaza. Y yo te extrañé, nonito, te extrañé como no te había extrañado antes.
Me hubiera gustado poder contarte que ya estoy grande para traerle comida a las palomas, pero vengo porque acá es donde más te encuentro, no donde la abuela me pide que vayamos a llevarte flores. Me hubiera gustado que te sentaras, como siempre, al lado mío, y me preguntaras cómo me iba en esa corta vida de ocho años que tenía...
Me va bien, nono. Me va bien. Pero te extraño... Y me conformo con sentarme en un banco, hablarle a las palomas y ver cómo va cayendo la tarde.
1 Comments:
Mi abuelo murió cuando yo tenía 9 años.
Al parecer, yo heredé muchos de sus gustos y de sus locuras: lo paranormal (ovnis, profecías, culturas mayas), la fascinación por la cultura nipona, y la fascinación por los vigilantes.
Me hubiera gustado poder pasar más tiempo con él....
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