Billetera deshilachada
Habían quedado en juntarse en el bar de la esquina, para charlar un rato y ponerse al corriente de sus vidas. Hacía tiempo que habían dejado de ser esos dos chiquilines compañeros de escuela... Diez años hacía que no se veían.
Ella había estado un tiempo fuera del país, y al volver – quizá por soledad o desapego – había comenzado a llamar a sus conocidos para reunirse con ellos. Él fue el único que aceptó la reunión, ya que le sobraba el tiempo.
La esperaba sentado. Al verla venir, quedó deslumbrado por su apariencia y lo costoso de sus ropas. Ya en el bar, y luego de algunos tragos, fue enterándose que ella era una importante empresaria, una mujer exitosa, buscada por las mejores compañías.
Con el correr de las horas, previó que la hora de la despedida se acercaba. Se excusó para ir al baño. Pensó que conocía de sobra el mundo de las mujeres como ella, donde el hombre siempre debe hacerse cargo de los gastos.
El monto de lo que ambos habían consumido se presumía elevado, y, él, nervioso, examinó sus vetustas vestimentas de albañil, sus manos callosas, de uñas secas y carcomidas... Sacó su billetera deshilachada de un remendado bolsillo, y luego de mirarla con alegórica tristeza, volvió a guardarla. Espió por el ojo de la cerradura. Ella seguiría esperándolo.
Ella había estado un tiempo fuera del país, y al volver – quizá por soledad o desapego – había comenzado a llamar a sus conocidos para reunirse con ellos. Él fue el único que aceptó la reunión, ya que le sobraba el tiempo.
La esperaba sentado. Al verla venir, quedó deslumbrado por su apariencia y lo costoso de sus ropas. Ya en el bar, y luego de algunos tragos, fue enterándose que ella era una importante empresaria, una mujer exitosa, buscada por las mejores compañías.
Con el correr de las horas, previó que la hora de la despedida se acercaba. Se excusó para ir al baño. Pensó que conocía de sobra el mundo de las mujeres como ella, donde el hombre siempre debe hacerse cargo de los gastos.
El monto de lo que ambos habían consumido se presumía elevado, y, él, nervioso, examinó sus vetustas vestimentas de albañil, sus manos callosas, de uñas secas y carcomidas... Sacó su billetera deshilachada de un remendado bolsillo, y luego de mirarla con alegórica tristeza, volvió a guardarla. Espió por el ojo de la cerradura. Ella seguiría esperándolo.
Silenciosamente, escapó por una ventana de los sanitarios.
8 Comments:
“Ay, vos sabés que me olvidé la billetera...”
“Me robaron hace poco, por eso ando sin un mango...”
“Pagá vos porque no tengo cambio"
“Prestame un poco de plata, enseguida te la devuelvo”
.........................A ver, chicas del mundo (¡uníos!), ¿cuántas excusas más (tan estúpidas como éstas) han escuchado de los hombres para hacer que nosotras le paguemos la salida..?......... (Sin necesidad de haber sido albañiles...........)
Sinceramente, yo no tengo ni una pelilla en los bolsillos.
Es más, no tengo billetera.....
ñ_ñ
Corrijo: no se que será una "pelilla"; lo que no tengo son polillas. >_<
Me conmovió la oposición de dos mundo distintos, y la presuposición de él, sus manos de trabajo y su poco dinero; lejos de parecerme una excusa su actitud, me da tristeza, se que esa no era tu intención, debe ser que me encuentro suscepible; me encantó Beatrice Rapaccinni.
Bueno, hay mujeres que invitan, que pagan la consumición. La cosa es... ¿tan fuerte es esa concepción social de que los hombres han de ser siempre los que han de pagar?. Yo prefiero ser directo y sincero, y si puedo permitirmelo, invitar. Si no, lo digo o intento llegar a un acuerdo para pagar a medias.
Buen blog, ya me he suscrito para seguirlo atentamente.
¡Se ha instaurado un foro, señoras y señores!
Mamá Betty: mi idea SÍ era la de mostrar esa oposición entre los mundos. Mi comentario sólo surgió de una charla graciosa que tuvimos una vez entre las chicas (a todas nos gusta que nos inviten alguna que otra vez, che... Si yo no digo que seamos unas mantenidas, ni que los hombres tengan la obligación de pagar siempre... Pero... ¡Alguna vez..!)
Reset Robot: te respondo que no, esa concepción social se ha perdido hace mucho, muuuucho... Pero vuelvo a repetir: se siente lindo cuando nos invitan. Es sólo un comentario. ;-)
A dios pongo por testigo que hice un comentario en este post...¡Pero ahora no lo veo!, la torpeza me embarga....
Solo decir que me encanta ese enfrentamiento de realidades económicas tan real....pero los hombres que se escaquean de pagar...mu y mal...jajajja.
Aqui cuando uno invita, invita y no huye por las ventanas..jajjaa
Un saludo
Con esa foto, espero una PRONTA invitación!! ( 10121.76 km de distancia son siempre salvables...) ;-) ;-) ;-) ;-) ;-)
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