Cubiertos
…El otro día, hablando con una amiga, recaímos en un tema tan trivial como lo es la pérdida de los cubiertos en cualquier casa.
… - En mi casa hay cada vez menos cuchillos. No nos explicamos qué es lo que pasa; pero hace apenas seis meses compramos un juego completo, y al día de hoy nos quedan cuatro.
… ¿Cuántas formas posibles hay de perder un cubierto, entre cuatro paredes? Muchas. En mi casa pasa algo levemente distinto. Sí, nos desaparecen tenedores, brochetas, trozadoras, y cosas por el estilo; y tenemos una variedad tan exótica y disímil de cucharitas de café, que creo que si la viera, seríamos la envidia de la reina de Inglaterra, ya que ni siquiera podemos emparejar una.
… Pero donde yo vivo, aparecen cubiertos nuevos, que nunca antes habíamos visto ni reconocemos de ningún juego nuestro o de algún familiar. Se materializan desde algún oscuro y mágico lugar de la gaveta, para ir a sumarse, contentos y despreocupados, a los demás. Al principio no alarmábamos e intentábamos discernir quién sería el dueño de aquella cuchara huacha, pero después nos acostumbramos, como se acostumbra siempre uno a todo lo que trae la vida. Ahora los lavamos amorosamente, y los ponemos a secar junto a la bacha, junto a todos lo que eran nuestros desde un principio… Si es que pudiesen tener un verdadero y único dueño los cubiertos.
… Entonces, mientras tomábamos mate en mi casa, mi amiga se acercó a la pileta de lavar, y espetó, levantando el objeto de su ira y enseñándomelo… Como si yo tuviese la culpa:
… - En mi casa hay cada vez menos cuchillos. No nos explicamos qué es lo que pasa; pero hace apenas seis meses compramos un juego completo, y al día de hoy nos quedan cuatro.
… ¿Cuántas formas posibles hay de perder un cubierto, entre cuatro paredes? Muchas. En mi casa pasa algo levemente distinto. Sí, nos desaparecen tenedores, brochetas, trozadoras, y cosas por el estilo; y tenemos una variedad tan exótica y disímil de cucharitas de café, que creo que si la viera, seríamos la envidia de la reina de Inglaterra, ya que ni siquiera podemos emparejar una.
… Pero donde yo vivo, aparecen cubiertos nuevos, que nunca antes habíamos visto ni reconocemos de ningún juego nuestro o de algún familiar. Se materializan desde algún oscuro y mágico lugar de la gaveta, para ir a sumarse, contentos y despreocupados, a los demás. Al principio no alarmábamos e intentábamos discernir quién sería el dueño de aquella cuchara huacha, pero después nos acostumbramos, como se acostumbra siempre uno a todo lo que trae la vida. Ahora los lavamos amorosamente, y los ponemos a secar junto a la bacha, junto a todos lo que eran nuestros desde un principio… Si es que pudiesen tener un verdadero y único dueño los cubiertos.
… Entonces, mientras tomábamos mate en mi casa, mi amiga se acercó a la pileta de lavar, y espetó, levantando el objeto de su ira y enseñándomelo… Como si yo tuviese la culpa:
....-¿Y esto? ¿Qué hace acá? ¡Este cuchillo es mío!
12 Comments:
Enviá tu microrelato a cgaliani@gmail.com.
Un microrelato es un
cuento que no supera
las 200 palabras.
Los microrelatos seleccionados
se publicarán en
nostamosmirando.blogspot.com
Es un un gran enigma. Pasa en la vida, pasa en tnt o algo parecido.
Saludos!
jajaja!! Me imagino!! si, tienes razón, en casa han ido desapareciendo las cucharas, si, eso en espcial, aunque a ratos mi madre no encuentra ciertos platos, incluso vasos!! en lo personal, me gustaría tener una de cada cual, yo adoro la variedad, al menos tengo mi cuchara favorita que espero no desaparezca nunca!!
Saluditos!!
el origen de ese fenómeno debe ser el mismo del por qué todos los calcetines pierden su par, y al final tenemos que ocupar un calcetín rojo con otro amarillo.
Los encendedores son otro caso, he llegado a encontrar 4 en mi bolsillo después de una noche de juerga.
saludos
JAJAJA!!!, genial el relato, pero volveremos al lugar a buscar compañías para mis cuhillos y el cactus deseado, todo eso sino no nos atrapan, un beso Hyde.
Quizas tu casa es una especie de cementerio de cubiertos a donde todos van a morir y buscar descanso. Explicaselo así a tu amiga de seguro comprendera.
Saludos
Buenas, te saludo desde ciudad de buenos aires, en una tarde soleada de sábado, en la que me correspondería estar leyendo a Max Weber... Pero no, me encuentro chuseando blogs, y hallo el de una tocaya mia (de las pocas que hay en este planta)
Excelente relato, en mi casa sucede algo similar con los tapers, siempre hay muchos recipientes de distinta forma y color que nadie sabe de quien son. Tras el proceso de adopción de la practica vajilla de plástico, aparece algun dueño distraído a acusarnos de hurto, y acto seguido, nos extrae su susodicha pertenencia.
Pero al cabo de unos días aparece una nueva, también de origen indeterminado, a ocupar aquel vacío.
Seguire visitando este tan simpático espacio, que creo solo una estudiante de letras mendocina podría crear.
Saludos
María Cielo
He venido a darte un abrazo y me quedaré para leerte.
¡Buenísimo texto!
Hola linda! Fui a parar a tu blog de casualidad desde otro y me encontré con que coincidimos en muchísimas cosas en nuestros gustos sobre música y cine sobre todo aunque también me gusta mucho leer. Te cuento que vivo en Ensenada que queda al lado de La Plata y que soy docente (profesor de egb) si tenés ganas de charlar un poco agregame trotabares@hotmail.com
Besos
GABY
Pues en mi casa aparecen!.. cuchillos, tenedores, incluso platos!!.. serán los espíritus chocarreros?..
hola María Cielo. Mi nombre es Píndaro y vivo en Cádiz, España. A este lado del ecuador ocurre exactamente lo mismo. Mi mujer y yo hemos tenido hace poco una conversación sobre este asunto. A mi casa ha llegado por tres veces una extraña cuchara, diferente a todas las demás. La primera vez que apareció nos extrañamos, pero la acogimos. Al cabo de un tiempo desaparecio. Volvio a aparecer y nos extrañamos doblemente, cuando la dabamos por perdida. Paso un tiempo y volvio a desaparecer. La tercera vez ya fue de escandalo: ¡La encontramos en la calle! Y lejos de casa. No tirada en el suelo, si no apoyada sobre el pretil de una ventana de un bajo, como diciendonos "Estoy aquí, llevadme a casa". La miramos y la miramos y era la misma cuchara extraña. Ahora ya no se si estará de viaje o en su cajón, donde debería estar con todas las otras. Ella hace lo que quiere.
En cuanto a las fiambreras de plástico (me resistiré a llamarlas con el anglicismo), mi grupo de amistades y la familia hemos llegado a un pacto tácito. Las intercambiamos sin mas. Yo voy a casa de quien sea con mi mejor guiso, la mejor tarta de mi mujer o lo que sea que hayamos preparado, y la fiambrera se queda allí. Ya vendrá alquien a nuestra casa y hará lo mismo, y el universo volverá a recobrar el equilibrio.
Ha sido un placer "charlar" de estos asuntos con todos vosotros. Un día de estos voy a tener que hacermo yo mismo un blog ...
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