Estoy bien… Sólo duele cuando respiro

····· Durante el día es más fácil. Uno se distrae con cualquier cosa: los quehaceres cotidianos, el estudio, las amistades. Pero me es más difícil control el dolor por las noches; más aún en las que no puedo improvisar ningún maldito interruptor en mi mente que logre desconectarla.
····· Es entonces cuando la realidad vuelve a golpearme, y me permite dar dos pasos atrás y observarme. Con los inútiles objetos de siempre. Con la obscuridad devorándose los transeúntes anónimos en la vereda. Con el teléfono inerte y peligroso como una víbora, por su completa inutilidad. Sin nadie a quién acudir. Sin opciones de distracción para enfrentarme a mí misma y a todo aquello que no quiero ver, que me aterra aceptar. Sola. Sin nadie con quién hablar, a quién contarle de ese fuego que comienza a hacerme hervir la sangre en las venas... Hasta que me encuentro ahogando los gritos en la almohada, sin poder parar de llorar. No sirve hacerme un ovillo pequeñito para intentar concentrar todo ese dolor inexpresable en un solo punto: mi desolación se expande a la medida de la habitación, de la ciudad, del mundo.
····· Aunque llorar no sirva de nada... Porque todo ese sufrimiento durará lo que duren las lágrimas o la paciencia del hastío; pero el padecimiento se hace intenso por momentos. Insoportable. Y me incorporo, y miro a mi alrededor: nada. Nada que calme el dolor. Siento que mi interior se resquebraja en pedazos y, también, cómo estos caen. Me abrazo a mí misma, como si fuera a romperme por fuera, también. A veces lo desearía, si eso hiciera que doliera menos.
····· Sé que tiene que doler, y doler bien fuerte, para que esto funcione como un escarmiento, una especie de contrición. Pero quisiera que parara, antes de astillarme los huesos, antes de quitarme todas las noches, antes de terminar de arruinarme. Quisiera que se detuviera para poder proseguir mi vida, para poder salir de este limbo eterno y doloroso, para poder lograr que la gente me crea cuando les digo que estoy bien, que ya no pasa nada... ¡Si sólo me duele cuando respiro..!