Espinas y Mariposas

Este es un blog de poesías, cuentos, fantasías... Quimeras y utopías...

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Nombre: ♥ஐMaría Cieloஐ♥
Ubicación: Ciudad de Mendoza, Mendoza, Argentina

Para desvestirme, elijo la rúbrica... Como ropa, el papel; y para pelear contra el mundo, una pluma...

miércoles, 13 de enero de 2010

Encuentros

A G.P.; mi Innombrable.

······ Caminaba yo por un barrio ignoto en busca de una dirección. Como me sucede usualmente, había doblado a la izquierda donde debía hacerlo a la derecha, o había pasado de largo en una encrucijada, pues no lograba dar con la casa. Resignada, me había dispuesto a disfrutar el paseo hasta dar con alguien a quien pedirle indicaciones.
······ Era temprano, y el lugar parecía desolado. Una luz blanca y limpia bañaba las veredas, y el aire estaba preñado de aroma a glicinias y flores. Todo conformaba uno de esos momentos en los que una se dedica a volcarse hacia sí misma y se deja llevar sin reticencias.
······
De pronto tropezó mi conciencia, y allí hubo alguien a quién preguntarle cómo llegar a destino. Me acerqué lentamente… Y te vi.
······ Te reconocí enseguida, aunque tardé unos segundos en desenterrar tu nombre del fondo de mi mente; ese nombre tantas veces pronunciado, tantas veces escrito, tan tatuado a bisturí, dolor y sangre en mi brazo. Aquellos jeroglíficos infantiles comenzaron a escocer antes de poder oír que me gritaban tu nombre… El Innombrable. Así habías devenido en ser recreado en todos mis posteriores diarios y relatos. El Innombrable. Mi ángel de seda, fuego y miel. Innominado como ese pasado que opté por enterrar a la luz de la nueva razón que me imponían los adultos.
······ Quise pronunciar tu nombre arcano, sorprendida; cosquillearon mis labios y mi piel, y de pronto me golpearon doce años de recuerdos y ausencias, de obsesiones infantiles malinterpretadas, de magias incomprensibles, de suspiros y palabras y roces y cariño extraño… Quise preguntarte qué era de tu vida, tantos años sin verte, profe, pensé que estarías muerto, muerto porque yo crecí, maduré en todos estos años y maté tu figura y tu importancia en mi cerebro, eliminé aquél dolor al recordarte viviendo, quizás, en otro país, que habrías emigrado como tu presencia de mis escritos, como tu cuerpo de mis pretensiones, ese cuerpo que buscaba en otros, en tantos, y que quizás hoy sigo buscando sin darme cuenta tu hermano… ¿Y tu esposa, tu hija? Seguro andarían bien, aún recordaba cuando me lo habían contado quise morirme ahí mismo, sumergirme en las más oscuras aguas de la desesperación, porque el abismo de los años que nos separaban se había cristalizado en otro cuerpo y otro engendro que se parecería a mí y repetiría mi historia a su tiempo en sus propios años luminosos y la cadena de desencuentros seguiría tan eterna como siempre, más tarde las había conocido, cuando te acompañaron al trabajo y aquello fue la primera piedra de una lápida que tardó años y años en erguirse, maldición, y las lápidas tiemblan y resuenan y se resquebrajan tan fácil. Imaginaba que seguirías como guía de montaña de aquél coloso que te abducía por temporadas y me hacía buscar tu nombre en los diarios con la estúpida ilusión de tenerte al menos así frente a mis ojos o en aquél club
donde te había conocido y donde cada febrero pedía mi deseo de volver a verte al menos una vez en el año, hasta que volviera el verano y el reencuentro, esos veranos que fueron tan pocos para un sentimiento tan raro y tan grande siendo yo tan niña…
······ De pronto caí en la cuenta de que hacía rato que te miraba y no te había preguntado nada; y vi que en tus ojos se formaba una duda lacerante: la de tener a una completa extraña parada frente a sí, con cara de nostalgia; una a la que nunca reconocerías porque aquella niña que esta mujer había sido ya había muerto en tu memoria.


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