Espinas y Mariposas

Este es un blog de poesías, cuentos, fantasías... Quimeras y utopías...

Mi foto
Nombre: ♥ஐMaría Cieloஐ♥
Ubicación: Ciudad de Mendoza, Mendoza, Argentina

Para desvestirme, elijo la rúbrica... Como ropa, el papel; y para pelear contra el mundo, una pluma...

domingo, 1 de junio de 2008

Onirismos submarinos

·······En la mañana –sé que fue en la mañana, porque me levanté temprano sin haber soñado nada, pero apenas vislumbré la escarcha en los vidrios, me volví a esconder entre las sábanas – tuve un sueño de lo más vívido.
······· Corría yo por un corredor adoquinado, de blancas barandas románicas, arcadas,, que se adentraba en el mar Era muy largo, extensísimo, y hacía un rato
ya que venía corriendo sin que aquello llegase a ningún lado Veía volar las gaviotas sobre las aguas, a mi alrededor, y las oía chillar, como chillan siempre que se aglutinan en busca de comida. De pronto, una anciana alba como la nieve y cubierta con un manto del mismo color, toda arrugada y encogida por los años, apareció adelante en aquella especie de muelle fagocitado por la inmensidad. Me acercaba velozmente y no iba a detenerme: pasé al lado suyo y le acaricié la enjuta mejilla mientras ella sonreía. Seguí corriendo hacia la nada.
·······Y allá al fin se abría el murallón a una caída libre a las aguas, sin balaustrada que me detuviese. Y yo me dije “vamos, si esto es un sueño”. Cobré más velocidad y me lancé al vacío. Al principio pensé que iba a estrellarme contra las rocas de la base del muelle, pero no: mi vuelo pasó por encima de los peñascos afilados y fui a caer al mar abierto, cerca de un arrecife de piedra.
······· Y al sacar la cabeza del agua para tomar aire, vi que una ola gigantesca iba a romper allí mismo, por lo que me hundí nuevamente para evitar que el envión de las aguas me estrellara contra el muelle. Me hundí. El mar me tragó y me arrastró, más abajo, cada vez más hondo, y me comieron los celestes y luego los azules y todo se empezó a volver negro. Pensé que sería bueno abandonarse, dejarse a la deriva de las tranquilas
desesperaciones y las miserias de los fondos... Pero bueno, hasta en los sueños tiene uno que respirar, así que salí a flote otra vez. Y allí estaba el mar por el momento calmo y el arrecife pedregoso, y sobre él, tan campante, un muchacho, que me hacía señas para que subiese a la roca. Al mirarme caí en la cuenta de que yo también era un muchacho, igual que el que estaba allá arriba, de torso desnudo y rojos pantalones cortos, y que era verano y hacía calor.
······· Estaba yo prendiéndome con las uñas a la inmensa piedra, cuando vi la segunda ola que venía. Era mucho más grande que la anterior. El muchacho me gritó que volviese a sumergirme, y así lo hice, y sentí otra vez la tranquilidad de los ruidos atenuados por el agua, y escuché al chico – que vaya uno a entender por qué diablos se habría quedado allá arriba sobre la `piedra – que me decía que le prestara atención al Ojo de Mar que producía esas olas tan enormes. “¿Qué Ojo de Mar?” - ¿Un Ojo de Mar en el medio del océano?-, y allá lo vi, al mirar tras la inmensa estructura rocosa que lo escondía de mi vista. Allí, tan cerca, un remolino que partía de la superficie marina y bajaba hasta el inalcanzable fondo, violento, desaforado... Rayos eléctricos parecían cruzarlo. Comenzaban en cualquier parte de su tubular superficie giratoria y saltaban a alguna otra parte de su bailarina corporeidad. - Uno no le busca explicación a los sueños cuando comienzan a tergiversarse -. Y tuve miedo. Temí que aquello me tragara.
······· Y allá arriba el muchacho seguía gritando, y explicándome, y yo sumergido esperaba que pasase la ola. Que mirase para arriba, me decía, para verle el centro.
Y ahí subí la vista y vi pasar por toda aquella franja celeste, una franja azul, con el centro más claro y luminoso. Y volví a subir. Que no, que no, que aprovechase, antes de sacar la cabeza del agua, para ver toda la sociedad submarina. Y miré hacia el fondo del mar, y lo primero que me sorprendió, fue ver que estaba mucho más cerca de lo que había imaginado. Lo segundo, fue ver que allá había personas, y que aquellos seres parecían humanos: allá abajo un grupo de gente se paseaba entre mesones de libros, buscando precios – Uno siempre puede reírse de estas cosas cuando despierta y la realidad toma otro cuerpo –.
······· Subí. Tenía que tomar aire. Además, no podía aguantar las ganas de hablar con aquél muchacho, de preguntarle por el Ojo de Mar y por aquella sociedad submarina.
Pero, más que nada, quería escapar de aquella tentación de dejarme hundir por la gravedad de mi cuerpo a donde la falta de aire me quitara las ganas de luchar contra la corriente, a donde los celestes se volvieran negriazules y yo no pudiera girarme y gritar
·····- Vade retro, Freud.


Contador de visitas