Apuestas
°°°°°° En mis primeros años de juventud, congeniaba con un grupo de amigas con el que habíamos iniciado un juego... Particular. Eran épocas de inmortalidad, de trascendencia, de visceralidad, de desafíos y retos constantes, de competencia. Creíamos que éramos tan originales como libres.
°°°°° El juego consistía en lo siguiente. En cualquiera de nuestras reuniones, fuera cual fuera el lugar o la situación, y tras la discusión sobre algún tema personal, importante y polémico que supusiera del esfuerzo o decisión para emprenderlo, afrontarlo o superarlo por parte de alguna de nosotras; alguna otra tomaba la posta, sacaba un billete de cualquier valor y lo colocaba sobre la mesa. La apuesta era simple: quien había contado el problema debía solucionarlo bajo las condiciones de quien hacía la apuesta... De perder, a cambio debía entregar todo el dinero que llevaba encima al momento. Si la apuesta era a largo plazo, se hacía un arqueo y se dejaban asentados los valores para el ajuste final.
°°°°° Así, en cualquier bar surgía el "andá y no vuelvas hasta haber conseguido el número de teléfono de ese pibe"; el "rendí esa materia con un 8 o más" ante alguna mesa de examen próxima; "contáselo a tus viejos", ante cualquier vicisitud temeraria; "hacete una prueba de embarazo" ante los temores más grandes de aquella época o, simplemente, "dejalo", cuando era de opinión general que la cosa no daba para más con algunade las parejas inestables de una de las nuestras.
°°°°° Eran tiempos simples. Comenzábamos a mezclar adrenalina, finanzas, seguridad, apoyo, empuje y una amistad grupal que nos impelía a mejorarnos. Qué daría yo por volver a tener aquellos años.
°°°°° Hoy siento que me han colocado un billete de los grandes sobre la mesa y me han dicho "enamorate"... Mientras que en mi billetera guardo celosamente todo el dinero que tengo para pagar las expensas, la leche y los pañales de mi niño.