Destrucciones

······· A veces quisiera poder autoextirparme de muchas vidas, de muchas gentes. Quisiera no ser más que una mancha borrosa que poco haya infludio, que poca huella haya dejado en el linoleo de ciertos mundos. Pero uno es lo que hace, uno es esas marcas que deja, esos caminos que traza. Y yo no tengo una máquina reversora de acciones que me permita deshacer todo lo que hice mal; todo lo que nunca debiera haber hecho. Sólo tengo mi boca para pedirte perdón, para decirte que lo siento, para gritarte que ya lo sé, que no vale de nada, que lo hecho está hecho y no se puede echar al olvido. Pero también la tengo para decirte que esta espalda no cargará todas las culpas; que mi piel se ha renovado (no ya como la de las serpientes) y que en la tuya está el descubrirlo, si las cobardías no te empañan; pues ahí es donde se miden los corajes.
······· ¿De qué sirve decir "nada de esto debería haber pasado"? Si muchas veces en las tormentas vitales es donde se descubren las metas, donde se encuentran las pasiones, donde se esconden las ganas de seguir adelante o de abandonar todo. Basta con saber que en el remanso, tras el remolino, siguen los cariños, las querencias. Quizás, también el amor. Pero eso sólo es medible en uno mismo; las palabras que el otro calla se las llevan sus propios vientos.
········ Hoy he acuchillado un pecho. Aún sangra. (¿Has visto llorar a una piedra alguna vez? Pues con esta maldad innata, adherida a mí, creo que yo lograría que lo hiciera.) Aquí, hasta hace un instante, bajo esta sangre que no saldrá jamás de mis manos, que hoy mana junto con lágrimas de sus ojos, se secaba la tuya.
······· Aún tengo muchos "todavía". ¿Estás dispuesto a conocerlos? Yo ya no tengo más alma para vender. He destruido ya suficiente; sólo quiero parar.